Se trata de Soly Halabi, un broker inmobiliario de apenas 27 años, recién salido de la universidad. Ya cerró dos operaciones para el hombre más rico de México.
Slim no quiso a un agente inmobiliario de renombre. Apostó por Soly Halabi, desconocido en Manhattan pero astuto para hacer buenos negocios para el millonario mexicano. Ya cerró la compra de todo un piso sobre la Quinta Avenida y una mansión frente al Museo Metropolitano de Arte Moderno.
Halabi se mudó a Nueva York desde Siria en los 90, sin saber una palabra de inglés. De a poco fue estableciendo conexiones y la suerte lo acompañó. Trabaja para una pequeña firma llamada Venture Capital Properties y representa a Slim desde el año pasado.
Slim tiene una fortuna estimada en US$53.800 millones. Desde 2008 invierte fuerte en Nueva York. Además de las propiedades, adquirió el 7% del diario The New York Times y tiene una participación en la tienda Saks Fifth Avenue. Los negocios siempre los cierra a través de intermediarios y sólo si es necesario, visita de incógnito el objetivo para comprar.
¿Cómo llegó un joven sirio a Slim? Amigos comunes en la plana gerencial del mexicano. Otro puente fue el idioma: tanto Halabi como Slim -hijo de un inmigrano libanés- hablan árabe y español.
Trabajar para Slim le dejó grandes beneficios a Halabi. Según el diario The Wall Street Journal, cobró más de US$2,5 millones en comisiones.
Halabi y Slim no se conocen personalmente a pesar de la danza de millones entre ellos. A comienzos de este fue a convocado a Ciudad de México por la plana gerencial para hablar de oportunidades de negocios en Nueva York. Estuvo dos días y lo más cercano de Slim a lo que llegó fue a su sobrino.
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