El desempleo abierto está feminizado, seis de cada diez personas que buscan trabajo y no lo encuentran, son mujeres, según señala un informe de la Fundación Gregoria Apaza.
Según el informe, la tasa de desocupación en las mujeres alcanzó el 8,24 por ciento y la de los varones el 6,73 por ciento en el último trimestre del año 2009, que nos muestra las brechas de acceso para las mujeres al mercado laboral.
“Las mujeres se sitúan en las estadísticas más críticas del empleo. Su participación en el mercado laboral constata su presencia como trabajadoras familiares, sin remuneración, y como trabajadoras por cuenta propia en el sector semi-empresarial con relaciones laborales al margen de la Ley General del Trabajo y de los beneficios de seguridad social, afirma un documento del Centro de Promoción de la Mujer Gregoria Apaza (CPMGA)”, se lee en el informe entregado a la Red Erbol.
La característica de estos empleos es la precariedad laboral, bajos ingresos, inestabilidad y falta de protección laboral, por tanto se puede afirmar que estas mujeres realizan actividades de “sobrevivencia”.
MUJERES EN LAS MICROEMPRESAS
Las microempresas fueron las instituciones privadas que mayor cantidad de empleo generaron en el 2009 (40,17% por ciento del empleo).
En los últimos años, el sector de la pequeña y micro empresa (mypes) ha merecido la atención de políticas públicas, pues este sector se constituye en el refugio económico de los y las trabajadoras con débiles oportunidades de una mejor inserción en el mercado laboral.
Algunos puntos a mejorar son la jornada laboral en estas unidades productivas. El 80% declara que trabaja más de 8 horas o sin horario y respecto al derecho a vacaciones u horas extras, son prácticamente inexistentes, carecen de toda norma de seguridad industrial a favor de los y las trabajadoras, así como de todo tipo de asistencia médica y otras medidas de previsión social.
Asimismo, la forma de pago característica del sector es el salario a destajo, por ejemplo, en el ámbito de la costura, en la producción de bermudas, el trabajador puede producir 4 docenas/día, trabajando de 10 a 12 horas, por un ingreso de Bs. 56 a Bs. 60, de tal manera que al finalizar la semana llegará a obtener Bs. 300 y a fin de mes, será aproximadamente Bs. 1200.
Empero, si esta misma cantidad de bermudas se realiza a domicilio, donde están concentradas las mujeres, el pago por la misma cantidad será apenas algo más de la mitad de lo que se pagó en empresa.
EL DERECHO A LA SINDICALIZACIÓN
La sindicalización, derecho consagrado constitucionalmente, aún sigue figurando como aspiración de determinados sectores de trabajadores quienes están bajo amenazas de despido para así evitar su conformación. Los despidos para reducción de personal es una práctica común de la parte empleadora para impedir la organización de sindicatos quienes requerirán de cuando menos 20 trabajadores.
La lucha de los trabajadores asalariados y en particular de las mujeres trabajadoras por mejores condiciones de trabajo y mayores espacios de participación, ha dado lugar a una ardua tarea para lograr una mayor aceptación, partiendo desde sus propios compañeros de trabajo, viéndose obligadas a luchar para lograr participación en la organización laboral es decir: sindicatos o comités, donde su incorporación siempre ha sido limitada o casi nula.
La participación de las mujeres en el sindicato en cargos jerárquicos se ve coartada por sus propios compañeros en especial en empresas donde las mujeres son minoría, ya que se reproduce en el momento de la elección el criterio feudal de que la mujer es “débil, poco inteligente y no apta para otras labores que no sean las domésticas”, por esta razón el grueso de los trabajadores eligen a hombres para dirigir el sindicato.
Según un estudio regional (África, Europa, Asia y América latina) realizado por la OIT[v], en casi la tercera parte de los sindicatos, menos del 30 por ciento de los miembros son mujeres; y en el 60 por ciento de los sindicatos menos de la mitad de los miembros son mujeres. Pero la mayoría de los sindicatos sostiene que su afiliación femenina es igual, o superior, que la proporción de mujeres de la mano de obra. Por lo tanto, parecería que la baja representación general de las mujeres en los sindicatos podría deberse en gran medida a su participación relativamente inferior en la mano de obra formal comparada con los hombres.
Según la investigación del CPMGA, sobre el “Ejercicio del derecho a la sindicalización en la ciudad de El Alto”, la participación de la mujer en la vida sindical o dirigencial está relegado a cargos subalternos y de poca importancia. Existen muchas limitaciones impuestas por el sistema patriarcal que difunde patrones de conducta machistas, discriminadoras, individualistas, que impiden una mayor participación de la mujer en las directivas sindicales y por ende una mayor unidad con sus compañeros de clase.
MIRADA DE LA OIT
Un estudio de la OIT plantea los factores que más impiden que las mujeres se conviertan en miembros de sindicatos. El factor más comúnmente mencionado, señalado como el más importante, es que las mujeres no comprenden de qué manera pueden ayudarlas los sindicatos.
En algunos casos, esto se debe a que las mismas mujeres tienen un bajo nivel de educación (un factor mencionado por algunos sindicatos de países en desarrollo). Otro de los factores mencionados es que las mujeres no tienen tiempo para afiliarse a sindicatos porque eso les impide cumplir con sus responsabilidades familiares.
A menudo enfrentan también la oposición de sus esposos o familias, o incluso restricciones religiosas o culturales. En el medio ambiente laboral, especialmente en el caso de las industrias destinadas a la exportación pero también en muchos ámbitos del sector público, la principal limitación se deriva del hecho de que las mujeres temen que los empleadores tomen represalias contra ellas (incluso temen perder su trabajo). Dado que las mujeres desempeñan también cada vez más formas de trabajo atípicas, tienden a ser más difíciles de localizar y de sindicar. Además, la cultura sindical y sus actividades, dominadas por hombres, o las reacciones hostiles de los afiliados hombres también tienden a desalentar a las mujeres a afiliarse.(Erbol)
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