Italia, 14 Dic. (Atipiri / infobae.com).- Cientos de opositores se enfrentaron con la policía en las puertas del Parlamento. El premier italiano superó una moción de censura en medio de acusaciones de "traición" entre los diputados.
Berlusconi ya había ganado en el Senado, donde el gobernante Pueblo de la Libertad (PDL) se valió de su mayoría absoluta para aprobar una moción de confianza a favor de Il Cavaliere. Pero la victoria en la Cámara alta era previsible y todas las miradas se dirigían a Diputados, donde la paridad entre oficialismo y oposición mantuvo el suspenso hasta el último minuto.
El futuro del premier estaba en manos de sus adversarios. Al PDL no le alcanzaban los votos propios para resistir las presiones hacia la dimisión y la convocatoria a formar un nuevo gobierno. Los 35 diputados de Gianfranco Fini, el viejo socio político de Berlusconi que se convirtió en su peor pesadilla al pasarse a las filas opositoras, parecían ser los dueños de la decisión final.
Pero el premier tenía su as bajo la manga. Entre los hombres de Fini había dos "indecisas" que no habían anticipado su voto su voto. Finalmente, rechazaron la moción de censura y dieron aire a Berlusconi. A ellas se sumó otro pronunciamiento sorpresivo y crucial de Massimo Calearo, diputado de la fuerza progresista del Partido Democrático (PD). El tablero quedó en 314 a 311 votos.
Los diputados del Futuro y Libertad (FLI) finista ofrecieron un escandaloso espectáculo. Indignados y a los gritos, acusaron a sus compañeras de bancada de traición y corrupción. Un legislador aseguró que una de las "tránsfugas" había sido amenazada. "Le han dicho que le cerraban sus empresas. Eso es corrupción de funcionario público", denunció.
Ni siquiera la presencia forzada en el recinto de tres diputadas embarazadas -dos del finismo y una del PD- a punto de dar a luz alcanzó a la oposición para ganar la batalla. El centroizquierda de Italia de los Valores (IdV), la fuerza opositora con peso electoral más crítica de Berlusconi, jugó su propio partido. En una pirueta ideológica, votó codo a codo con el centroderecha que representa Fini. Tampoco eso fue suficiente.
Hace días que Berlusconi llevaba una agresiva campaña para torcer voluntades convencer a sus detractores de que no fulminaran al Ejecutivo. Tan agresiva que abrió sospechas sobre una posible compra de votos en el Parlamento, hipótesis que investiga la Fiscalía de Roma.
El telón de fondo de la votación en el recinto fueron dos intentos de negociación fallidos entre Berlusconi y sus opositores. Fini le ofreció respaldo en la moción de confianza en el Senado -Berlusconi no lo necesitaba, ya que tiene mayoría propia en la Cámara alta- a cambio de que presentara su renuncia antes de la definición en Diputados. Le prometió que, en ese caso, apoyaría a un candidato del riñón de Berlusconi en la formación de un nuevo gobierno. El premier rechazó la oferta, a sus ojos, mezquina.
Berlusconi buscó, por su parte, un acercamiento con los centristas de la democracia cristiana (UDC), aliada circunstancial de Fini. Ofreció "un nuevo pacto de legislatura a los centristas y a todos los moderados", se comprometió a "renovar todo cuanto sea necesario" y llamó a evitar "una crisis con un salto a lo desconocido". Pero Pier Ferdinando Casini, líder de la UDC, lo frenó en seco: "Si es verdad que Berlusconi quiere abrir una nueva fase, que dimita antes de votar".
En la previa, Berlusconi dedicó un ácido comentario a los hombres de Fini: "A los amigos del FLI, les deseo que pasen una noche llena de reflexión que les dé discernimiento". Umberto Bossi, referente de la extrema derecha y socio del gobierno, completó la idea: "Si ganamos la moción de censura por un solo voto, tampoco seguiremos adelante". Fini dobló la apuesta y prometió dimitir a la presidencia de la Cámara baja si no consigue al menos diez votos de diferencia.
De todas formas, lo de hoy fue un triunfo parcial para Il Cavaliere. Berlusconi sabe que ganar la votación por un margen tan estrecho sólo servirá para estirar la agonía de su administración. Los escándalos sexuales, las denuncias de corrupción, la crisis económica, la censura a la prensa y la polémica sobre la inmigración no fueron suficientes para voltearlo. El parlamentarismo, por ahora, tampoco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario