La Paz, 6 Abr. (Atipiri / Erbol).- Decenas de personas de la tercera edad, damnificadas por el megadeslizamiento del pasado 26 de febrero en La Paz, están en busca de trabajo para sobrevivir en los campamentos habilitados para las familias afectadas y pagar algunas deudas contraídas.
Sólo, en cuatro campamentos en Irpavi 2 de la zona Sur, suman 64 personas con más de 60 años de edad, que intentan generar algún recurso económico para sus familias por medio de la elaboración de masitas, la costura, cuidado de animales y otras actividades.La jefa del Campamento 13 Nuevo Amanecer, Elida Mariaca, relató a Erbol que sus compañeros de la tercera edad se sienten frustrados al no poder efectuar alguna actividad que les genere dinero en los reducidos espacios en los que se encuentran albergados.
“Tenemos deudas que pagar y además debemos trabajar para el sustento de la familia. Yo trabajaba con repostería y tenía clientes, pero ahora me siento imposibilitada porque no tengo un espacio para acomodar mi hornito y producir mis masitas”, afirmó Mariaca, una ciudadana que quedó viuda con tres hijos.
Las carpas otorgadas por las autoridades a las familias damnificadas son de material sintético e inflamable; además, no cuentan en sus reducidos espacios con una adecuada instalación de energía eléctrica y agua potable.
Esta situación imposibilita a algunos de los damnificados, que quieren instalar sus talleres.
DIFICULTADES
Las carpas no están autorizadas para tener el servicio de energía eléctrica, porque es latente el riesgo de que se produzca algún corto circuito.
Sin embargo, los habitantes de tres de los cuatro campamentos mencionados cablearon precariamente hasta sus reducidos espacios para tener energía eléctrica.
Mientras, en el Campamento 13 Nuevo Amanecer de Irpavi 2, las personas mayores de las familias refugiadas se reúnen al anochecer en un rincón del albergue para conversar sobre sus alegrías.
“Pijcheando (masticando coca) y conversando entre nosotros pasamos las primeras horas de la noche, luego nos vamos a nuestras carpas a dormir en medio de la oscuridad, porque no contamos con electricidad para alumbrar el interior de las mismas y menos para ver al menos la televisión”, señaló Mariaca.
En el refugio Nuevo Amanecer, la peor parte sufren los niños y niñas porque no pueden cumplir con sus tareas de la escuela por falta de alumbrado. Durante parte del día, cuando no están en sus centros educativos, hacen sus tareas encima de sus camas, otros en unas pequeñas mesas y hasta en el piso.
El servicio sanitario y la lavandería tampoco existen en el refugio Nuevo Amanecer, porque todavía a la fecha están en construcción y se estima que en los próximos días sean habilitados.
Los de la Alcaldía “nos dijeron que sólo podemos hacer el pipí (orinar) y el resto nos tenemos que ingeniar para ir al cerro”, dijo otra vecina, con una risa en el rostro.
Los ancianos y ancianas expresaron su agradecimiento a las entidades públicas y privadas, que les llevaron alimentos, utensilios de higiene, ropa y el servicio médico.
“La atención de los médicos aquí es mejor que en la Caja de Salud”, apuntó Mariaca, quien insistió que ahora sólo esperan una oportunidad laboral para tener sus propios ingresos económicos.
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