La Paz, 9 Abr. (Atipiri / La Prensa).- El autoempleo se ha convertido en la fuente del sustento para miles de familias pobres. Negocios simples, pero ingeniosos, con ventas desde los 20 centavos, ayudan a combatir el desempleo estimado en 7 por ciento según las cifras oficiales.
Las calles de La Paz y El Alto están pobladas por comerciantes que ofrecen productos y servicios al paso. A diario, los creadores de autoempleo logran ventas por 20, 40 y 60 bolivianos de acuerdo con la estación del año y según el producto que comercializan. “Cuando llega la época de calor, las personas consumen mucho refresco y hay buenas ventas para nosotros”, mencionó una vendedora de una bebida elaborada con durazno seco (mocochinchi).
Pero varios comerciantes consultados explicaron que la venta de salteñas, empanadas tucumanas, queques y jugos de quinua con manzana, sin importar la época, generan mayores ingresos.
Cada actor de este mercado informal hace una inversión de 20 a 30 bolivianos. En el caso de los comercializadores de refrescos, invierten unos 200 bolivianos. Entre ellos se incluye también a los vendedores de masitas.
Frente a esa realizad, varias organizaciones no gubernamentales dirigen sus esfuerzos a la capacitación en diversas ramas, como la fabricación de prendas deportivas, la confección de polleras, centros y mantas. Otras especialidades con mayor demanda de formación son la zapatería, los tejidos y bordados. Entre las instituciones que ofrecen esa formación están el Centro Gregoria Apaza, Yanapasiñani y el Centro de Investigación y Promoción del Campesino (Cipca).
Opiniones
“Por la falta de trabajo, me dedico a vender diferentes cosas, como pinzas, hojas de afeitar, pomadas, espejos, cremas de zapato, en mi carrito en las calles desde horas de la mañana hasta las diez de la noche. No logro vender mucho, pero el dinero me alcanza para mantener a mi familia”.
Secundino Siñani (45) / Comerciante
“Desde que llegué del campo me dedico a vender chuño remojado. No gasto mucho porque yo misma me dedico a sembrar la papa para hacer el chuño en mi comunidad. El montón cuesta dos bolivianos y diariamente vendo entre 40 a 60 bolivianos, y eso me alcanza para vivir”.
Teodora Choque / Vendedora de chuño
“Toda mi familia se dedica al comercio. Vendemos masitas, helados, frescos y productos de limpieza, como champú y jaboncillos de tocador. No se gana mucho, pero cada quien obtiene lo suficiente para costear sus estudios en el colegio y para comprar los víveres para la comida de la familia”.
Clemente Quispe / Comerciante
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