La Paz, 31 Ago. (ATIPIRI / Erbol).- Seis de cada 10 féminas no emplean los métodos anticonceptivos y, al menos cinco de cada decena de mujeres en las zonas periurbanas de las ciudades Cochabamba, El Alto, La Paz, Santa Cruz y Sucre tuvo al menos un embarazo no deseado en su vida, según los datos de Sandra Aliaga.
De las 1.386 mujeres encuestadas, entre 15 y 49 años, 211 (el 15.2 por ciento) no habían iniciado su vida sexual; pero de las 1.175 mujeres sexualmente activas que significa el 84.8 por ciento del estudio muestra claramente tres aristas preocupantes, expone Sandra Aliaga.
- El 61 por ciento no usa métodos anticonceptivos modernos.
- El 48 por ciento tuvo al menos un embarazo no deseado en su vida.
- El 13 por ciento tuvo al menos un aborto inducido.
Los datos responden a quienes decidieron hablar sobre estos temas. Ello significa que las cifras en torno al embarazo no deseado y al aborto pueden ser mayores. El abordaje de estos temas aún se mueve significativamente entre miedos, dudas, vergüenzas.
El desafío es entender por qué se da esta situación que afecta tan severamente la salud, el bienestar y la vida de las mujeres bolivianas. El estudio revela cómo la esencia patriarcal de la sociedad impone múltiples barreras al libre desarrollo de la sexualidad de las mujeres, atrapadas en el “deber ser” de preceptos religiosos y morales conservadores y por el machismo que las sojuzga. La falta de autonomía sexual y de autonomía reproductiva cobra centralidad en esta discusión, e influye significativamente en los tres resultados alcanzados por el estudio.
El embarazo no deseado es el punto neurálgico. Las mujeres en ese proceso: desde que descubren el embarazo, sienten que no lo desean, normalmente enfrentan miedos, contradicciones y finalmente toman una decisión. Es importante entender que independientemente de la decisión que tomen, si realmente no desean ese embarazo, ese hecho puede trastornar sus vidas, así sea momentáneamente, argumenta el estudio.
En muchos casos, ni siquiera son ellas las que toman la decisión sino su entorno y sus condiciones de vida se encargan de hacerlo. Si “deciden” continuar con el embarazo, se exponen a posibles dificultades y frustraciones. Si “deciden” interrumpir el embarazo, dependiendo de los recursos materiales y espirituales que tengan para encarar adecuadamente su “decisión”, se exponen a vivir procesos que pueden afectar su salud, su bienestar, o su proyecto de vida. ¿Qué respuestas les da el Estado y la propia sociedad para no salir lastimadas de estas experiencias? Estamos hablando de por lo menos una de cada dos mujeres.
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