Juana y Loreto se toman un descanso. |
Trinidad, BENI, 18 Ago. (ATIPIRI / Patujú).- Caminan evitando el sol, intentando mantener el paso y no desmayar en el camino. Hombres y mujeres, indígenas de todo el país, llevan más de 50 kilómetros recorridos desde que partieron el lunes 15 de agosto de Trinidad rumbo a la ciudad de La Paz.
Los marchistas piden al Gobierno Nacional que respete su territorio y no construya una carretera por un parque nacional sin consultarlos.
En el grupo no sólo hay hombres, adultos y ancianos, sino también mujeres y niños. Algunos menores no han aprendido a caminar y ya están acompañando a sus padres en un viaje a pie de 500 kilómetros en defensa de su territorio.
Loreto llora mientras su madre habitante del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), busca apaciguar su llanto. No tiene fiebre como otros menores.
Su madre, Juana de la comunidad El Paraíso, la alza y juega con ella hasta que el llanto se aleja y la niña sonríe.
Doña Juana marcha junto a su hija de cuatro meses, cuando se cansa de caminar su esposo la releva con la niña y la marcha continúa.
Iyambae toma su leche en mamadera bajo la copa de un árbol a un costado del camino. El niño tiene el pelo negro y los ojos grandes. Fue bautizado de esa forma en la Asamblea del Pueblo Guaraní (APG), aunque su verdadero nombre es Robins.
Su madre, Delina Cumandiri está acostumbrada a luchar por la defensa de los derechos de su pueblo como parte de la APG. Cuando salió de su comunidad para marchar, cogió en los brazos a Iyambae y dejó en su casa a sus otros tres hijos.
Iyambae para los guaraní quiere decir sin dueño.
HOMBRES BUSCAN LA LEÑA, MIENTRAS LAS MUJERES COCINAN PARA CIENTOS DE MARCHISTAS
Mientras cientos de indígenas marchan por caminos de tierra hacia la ciudad de La Paz, un reducido grupo de hombres y mujeres se ponen en acción para que no les falten los alimentos.
Los hombres se encargan de buscar la leña donde se cocinará la comida en ollas comunes. Las mujeres se encargan de poner las ollas al fuego y darle sabor a la comida.
Cada grupo étnico tiene su propio equipo de cocineras y asistentes. Su dieta gira en torno al arroz, fideo, carne de res y el pescado que pueden atrapar a un costado del camino.
Sorprendimos a Doña Juana Caipi Alba, quien colabora en la cocina de los marchistas mojeños.
Caipi y otras mujeres indígenas colocaron tres ollas grandes y un sartén al fuego.
En la primera olla se cocía el arroz, en la segunda el fideo, en el sartén se preparaba cebolla y en el recipiente más grande se calentaba agua para cocinar la carne de vaca para el desayuno.
Metros más allá bajo la sombra del mismo árbol, Edith Cuarto del pueblo guaraní, preparó sopa de pescado, que después repartió entre los hambrientos caminantes.
Algunos dirigentes reconocieron que tienen problemas para conseguir agua y alimentos, pero que aún así continuarán con la movilización.
Los hombres se encargan de buscar la leña donde se cocinará la comida en ollas comunes. Las mujeres se encargan de poner las ollas al fuego y darle sabor a la comida.
Cada grupo étnico tiene su propio equipo de cocineras y asistentes. Su dieta gira en torno al arroz, fideo, carne de res y el pescado que pueden atrapar a un costado del camino.
Sorprendimos a Doña Juana Caipi Alba, quien colabora en la cocina de los marchistas mojeños.
Caipi y otras mujeres indígenas colocaron tres ollas grandes y un sartén al fuego.
En la primera olla se cocía el arroz, en la segunda el fideo, en el sartén se preparaba cebolla y en el recipiente más grande se calentaba agua para cocinar la carne de vaca para el desayuno.
Metros más allá bajo la sombra del mismo árbol, Edith Cuarto del pueblo guaraní, preparó sopa de pescado, que después repartió entre los hambrientos caminantes.
Algunos dirigentes reconocieron que tienen problemas para conseguir agua y alimentos, pero que aún así continuarán con la movilización.
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