jueves, 21 de julio de 2011

LA INCREÍBLE HISTORIA DEL FINALISTA QUE NUNCA GANÓ


Argentina, 21 Jul. (ATIPIRI / Infobae).- El fútbol se volvió loco en la presente Copa América. 
Algo insólito sucedió en los primeros minutos del 21 de julio de 2011 en Mendoza, al lado de la cordillera de Los Andes y con temperatura bajo cero. 

El tiempo se congeló en más de un sentido: Paraguay quedó en la antesala de un hecho sin antecedentes, el de ser campeón sin haber sumado ni un triunfo. 

En primera ronda, el equipo de Gerardo Martino empató 0-0 con Ecuador, 2-2 con Brasil y 3-3 con Venezuela. En cuartos de final volvió a igualar, 0-0 con Brasil, y pasó por penales (2-0) en el partido perfecto del portero Justo Villar.  

Y en la noche del miércoles, o ya al comienzo de la madrugada del jueves, Paraguay sumó un nuevo empate, 0-0 contra Venezuela. La victoria fue de la única manera que podía ser, en los penales, 5-3, con Villar otra vez como héroe.
  
Lo que parecía un texto de literatura fantástica puede convertirse en realidad el próximo domingo ante Uruguay en Buenos Aires: otro empate y otra definición por penales victoriosa harán de Paraguay un campeón sin victorias.  

Tan curioso como esa ausencia de triunfos es la ausencia de goles: sumados los dos partidos y los dos alargues de cuartos de final y de semifinal, el equipo de Martino lleva 240 minutos sin marcar ni recibir un tanto.  

"No todos los partidos se ganan en la cancha. Paraguay lo tiene igual de merecido si avanza por los penales", había advertido antes del choque de hoy el delantero uruguayo Luis Suárez.  

La alegría paraguaya en Mendoza actuó como revancha de un partido espantoso, impropio técnicamente de una semifinal, en el que durante muchísimos minutos ni siquiera hubo una aproximación a las áreas. "Que se vayan todos, que no quede ni un solo", llegó a cantar el público neutral.  

Pero Paraguay parece esforzado en ser campeón de la peor manera posible: en el alargue, un remate de Miku Fedor pegó en el palo y otro de Juan Arango dio en el travesaño. Paraguay parece siempre merecer perder, primero ante Brasil y hoy ante Venezuela. Pero sobrevive.
  
Al son de su apatía ofensiva, Paraguay llegó a la antesala de la gloria en un estadio semivacío, congelado, tan ocupado por argentinos indiferentes como por brasileños y chilenos que habían comprado sus entradas de antemano, seguros de que la semifinal sería el choque entre Neymar y Alexis Sánchez. Paraguay, con jugadores de Guaraní y Cerro Porteño, se burla de hasta los delanteros pretendidos por Real Madrid y Barcelona. 

El finalista imposible festejó casi en soledad de compatriotas, como si no pudiese ser cierta tanta felicidad. Apenas 1.000 hinchas paraguayos, que durante toda la noche entonaron canciones monocordes más algunas cornetas de fondo, fueron testigos de un hito que el fútbol mundial recordará durante años. La historia del campeón o el subcampeón que nunca ganó.

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Agencia Regional de Noticias -- ARN

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