La Paz, 3 Jun. (ATIPIRI /Tomado de La Nación).- Con un mensaje diplomático, la Argentina ayer respondió por partida doble al conflicto que se desató con Bolivia por haber recibido al ministro de Defensa de Irán, Ahmad Vahidi, que está prófugo de la Justicia y se lo acusa de ser coautor ideológico del atentado contra la AMIA.
Por un lado, se suspendió una visita de Evo Morales, que estaba preparada para mediados del corriente mes, y, por otra parte, la presidenta Cristina Kirchner recibirá hoy en Venecia a su par de Israel, Shimon Peres.
Esto muestra que el pedido de disculpas que extendió el gobierno de Bolivia a la Argentina por haber recibido a Vahidi al parecer no fue suficiente para la Presidenta. Tampoco resultó satisfactorio para el Gobierno que la administración boliviana expulsara al funcionario iraní cuando conoció la queja argentina.
El conflicto con Bolivia creció en las últimas horas por el malestar de la Casa Rosada con Morales, que no hizo nada para detener al ministro iraní buscado por Interpol para ser juzgado en la Argentina por el atentado en el que murieron 85 personas.
Fuentes de la Cancillería y del kirchnerismo confirmaron a La Nacion que la visita de Evo Morales prevista para mitad de este mes quedó en suspenso. Según se supo, el presidente de Bolivia iba a reunirse con Cristina Kirchner para darle un respaldo electoral y, a la vez, iba a recibir una distinción de la CTA oficialista de Hugo Yasky y del líder piquetero Luis D'Elía. Pero nada de ello será posible por ahora.
"No hay clima para recibir a Evo [Morales] ahora", sintetizó un destacado funcionario del Palacio San Martín. La foto de Morales y su ministra de Defensa, María Cecilia Chacón, con Vahidi en Santa Cruz de la Sierra, más los compromisos de colaboración militar que Irán y Bolivia sellaron causó un fuerte enojo no sólo de la comunidad judía en la Argentina sino de Cristina Kirchner. El mismo lunes, la Cancillería se quejó a la embajada boliviana en Buenos Aires.
La respuesta a este altercado fue la carta que remitió de inmediato el ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia, David Choquehuanca Céspedes, a su par Héctor Timerman, en la que en nombre del gobierno boliviano le pidió disculpas a la Argentina por desconocer los antecedentes penales de Vahidi. Luego se expulsó al funcionario iraní. Pero ya era tarde.
Interpol no lo detuvo, y la justicia argentina se perdió la oportunidad de recibir el testimonio de uno de los principales imputados en el atentado contra la AMIA.
La frialdad que la Argentina mostrará con Bolivia apunta a marcar un límite que Cristina Kirchner no está dispuesta a cruzar: es decir, sellar acuerdos con funcionarios iraníes acusados por la Justicia.
"La Presidenta está muy molesta con Evo Morales y evalúa exigirle una respuesta pública por haber recibido a Vahidi", expresó ayer a La Nación el presidente de la AMIA, Guillermo Borger, como para que no quedaran dudas del clima que había en la comitiva presidencial en Italia. La comunidad judía esperaba ayer una respuesta dura de la Argentina y, al parecer, la obtuvo. La cancelación del viaje de Morales, por un lado, y la reunión con Shimon Peres, por otra parte.
El conflicto con Bolivia creció en las últimas horas por el malestar de la Casa Rosada con Morales, que no hizo nada para detener al ministro iraní buscado por Interpol para ser juzgado en la Argentina por el atentado en el que murieron 85 personas.
Fuentes de la Cancillería y del kirchnerismo confirmaron a La Nacion que la visita de Evo Morales prevista para mitad de este mes quedó en suspenso. Según se supo, el presidente de Bolivia iba a reunirse con Cristina Kirchner para darle un respaldo electoral y, a la vez, iba a recibir una distinción de la CTA oficialista de Hugo Yasky y del líder piquetero Luis D'Elía. Pero nada de ello será posible por ahora.
"No hay clima para recibir a Evo [Morales] ahora", sintetizó un destacado funcionario del Palacio San Martín. La foto de Morales y su ministra de Defensa, María Cecilia Chacón, con Vahidi en Santa Cruz de la Sierra, más los compromisos de colaboración militar que Irán y Bolivia sellaron causó un fuerte enojo no sólo de la comunidad judía en la Argentina sino de Cristina Kirchner. El mismo lunes, la Cancillería se quejó a la embajada boliviana en Buenos Aires.
La respuesta a este altercado fue la carta que remitió de inmediato el ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia, David Choquehuanca Céspedes, a su par Héctor Timerman, en la que en nombre del gobierno boliviano le pidió disculpas a la Argentina por desconocer los antecedentes penales de Vahidi. Luego se expulsó al funcionario iraní. Pero ya era tarde.
Interpol no lo detuvo, y la justicia argentina se perdió la oportunidad de recibir el testimonio de uno de los principales imputados en el atentado contra la AMIA.
La frialdad que la Argentina mostrará con Bolivia apunta a marcar un límite que Cristina Kirchner no está dispuesta a cruzar: es decir, sellar acuerdos con funcionarios iraníes acusados por la Justicia.
"La Presidenta está muy molesta con Evo Morales y evalúa exigirle una respuesta pública por haber recibido a Vahidi", expresó ayer a La Nación el presidente de la AMIA, Guillermo Borger, como para que no quedaran dudas del clima que había en la comitiva presidencial en Italia. La comunidad judía esperaba ayer una respuesta dura de la Argentina y, al parecer, la obtuvo. La cancelación del viaje de Morales, por un lado, y la reunión con Shimon Peres, por otra parte.
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