lunes, 10 de octubre de 2011

MINEROS CHILENOS IBAN A ALIMENTARSE DEL PRIMER COMPAÑERO QUE MURIERA


Chile, 10 Oct. (ATIPIRI / AP).- Los 33 habían pactado  no revelar qué sucedió en sus primeros 17 días de entierro, antes de ser contactados desde la superficie. Pero uno de ellos rompió el silencio y habló de canibalismo.

La revelación del minero Samuel Avalos fue hecha durante una entrevista para un documental producido por Televisión Nacional y la cadena pública británica BBC, y transmitido por la estación local, a tres días del primer aniversario del rescate de los "33" como son conocidos mundialmente.

El documental se centró en los primeros 17 días de encierro al fondo del socavón, cuando en la superficie no se sabía si estaban todos vivos -la menor de las posibilidades- muertos o si había sobrevivientes. Era muy esperado porque los mineros hicieron un pacto de no revelar qué había sucedido en ese tiempo, hasta hoy.

Viven

Arriba, en pleno desierto de Atacama, el más árido del mundo, donde se ubica la mina de cobre San José, escenario del desastre, centenares de personas trabajaban perforando la roca en distintas partes, con mapas del socavón desactualizados, luchaban contra el tiempo para alcanzar a los mineros.

El 5 de agosto del 2010 un derrumbe en la insegura mina San José, 850 kilómetros al norte de Santiago, que no cumplía con medidas de seguridad básicas, como chimeneas de escape, atrapó a los mineros por más de dos meses.

Los mineros alcanzaron a huir al fondo de la mina cuando empezó el derrumbe, y allí permanecieron en el llamado refugio, una especie de pequeña habitación de roca, con una mesa y un cajón que debía contener alimentos para que todos pudieran comer al menos por dos días. Pero la realidad era distinta a la teoría y sólo encontraron algunos paquetes de galleta, leche, y unas pocas latas de pescado.

Al principio comieron a diario, pero al percatarse que el rescate demoraría, racionaron al máximo las raciones y hacia el final de esos 17 días de pesadilla, sólo comían una pequeña cucharada de pescado. Todos habían bajado muchos kilos, ya presentaban problemas dentales y de hongos en la piel, pues el ambiente en que estaban era un horno con un 90% de humedad y un promedio de 40 grados Celcius de calor.

La inanición ya les impedía desplazarse con normalidad en el refugio y en los pocos túneles despejados por los que podían caminar. El grupo no estaba deshidratado porque tenían el agua sucia con que se enfriaban las máquinas.

Avalos dijo que pensaban que, obviamente, la situación era más complicada para los más ancianos, varios de ellos enfermos. "Esto era una suerte de quién caía primero, en eso estábamos, el que caía primero los demás íbamos a llegar ahí, igual que los animalitos", afirmó.

La versión de que los mineros habían pensado en comerse a algún compañero había circulado antes, pero siempre fue negada por varios, como Omar Reygadas, quien dijo que cuando se habló del tema durante esos primeros 17 días de encierro, era sólo una broma.

En una nota transmitida el mismo domingo en el noticiario central de Televisión Nacional, Reygadas dijo que en broma habían hablado de comerse a su compañero Claudio Yáñez, porque estaba más delgado que los otros mineros. "Era como comerse el marco de una bicicleta, estaba tan delgado", afirmó.

La versión, real o no, recuerda la odisea de un grupo de rugby uruguayo y sus familias, 45 personas en total, cuyo avión capotó en plena cordillera de los Andes. Muchos murieron con el impacto, agonizaron varios días y sólo 16 sobrevivieron 72 días en medio de la nieve y temperaturas bajo cero, pero para lograrlo tuvieron que comer lonjas de carne de algunos muertos.

No hubo otras novedades importantes en el documental, transmitido el mismo día en que otro minero murió y un segundo quedó con lesiones al derrumbarse la mina de oro en que laboraban, en Melipilla, unos 70 kilómetros al noroeste de Santiago.

Foto: AFP

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Agencia Regional de Noticias -- ARN

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